Cualquier
tipo de negociación debería llevarse a cabo de manera voluntaria, con toda
libertad y de buena fe.
Las
partes son libres para negociar negociación entre ellas, por lo que nadie debe
injerir inicialmente en las decisiones que estos adopten.
El
principio de buena fe implica el que
las partes no escatimen esfuerzos para alcanzar un acuerdo, llevando a cabo unas
negociaciones auténticas y constructivas que tiendan, por ejemplo, a evitar
despidos injustificados, respetando posteriormente los acuerdos alcanzados.
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